Hechizo de estar viva

Me gusta poner flores en jarrones
y cocinar en ollas familiares.
Un buen café y un cigarrillo matutinos.
La Biblia abierta en el cantar de los cantares.
Amo las cartas a punto de ser enviadas
y ansío las a punto de ser recibidas.
Suspiro olor a pasto recién cortado
en la tarde de un sábado.
Añoro los juguetes de madera,
y las muñecas de trapo de mi abuela.
Me aferro a historias
que humedecen mis ojos,
mientras sonrío.
Soy irreverente ante lo que es debido
y reverente ante el amor
(aún mal habido).
Respiro a medio día en las cocinas,
con cierto dejo de lujuria.
Camino bajo la lluvia
con nostalgia de otras lluvias.
Prefiero los planos horizontales,
que invitan a vivir,
como las mesas, las camas
o el suelo en que caminas,
por sobre los planos verticales
como las murallas, rejas o portones,
que encierran, detienen, determinan;
(debo reconocer también
un cierto agrado,
por algunos planos inclinados
que se yerguen con afán de proteger
como las cordilleras y tejados).
De todas las texturas, privilegio la piel;
de las temperaturas, la tibieza;
de las consistencias, la firmeza
(reconozco cierto desliz por la blandura,
especialmente en las caricias).
Adoro las sonrisas
los abrazos apretados,
las miradas fijas.
Extrañaré por siempre
los niños en mi cama
en las mañanas de domingo.
Y pese a mi adicción
por la melancolía,
soy una enamorada empedernida,
subyugada ante el hechizo de estar viva.

martes, septiembre 25, 2007

Tu alma convocó a las melodías...


Hijo, de tus manos brota luz

Hijo,
de tu manos brota luz.
Saltan como duendes los sonidos
y danzan en tu entorno
formando remolinos
de colores.
Hijo,
eres un semillero
de canciones.
Tu alma convocó a las melodías,
les dio las bienvenida,
las llenó de ilusiones;
brillantes emergieron de tus manos,
convertidas en pájaros cantores.
Hijo,
la paz de tu mirada
se convierte en un sueño
cuando emerge la plácida armonía
de un acorde trenzado entre tus dedos.
Cada sonido
es una estrella
que cae de tus ojos.
Hijo,
eres un alquimista
que tornó
sueños en sones.
Hijo,
Te has convertido en hombre
aquí a mi lado,
llenando de música mis días.
Agradezco a la vida, por tus dones.

Hija

Hija
Tus ojos pardos
Se fijaron en mi
antes de que nacieras.
Quería que vinieras.
Que estuvieras aquí.
Decidiste llegar en primavera.
Un carnaval de flores y sonrisas
Inauguró la fiesta de tu espera.
Mi corazón en pleno te aguardaba
y salió a recibirte hasta la puerta
y saludaste al mundo con voz firme
anunciando en tu mirada certera
que mostraba en destello ineludible
el amor por la vida que trajeras
y que a fuerza de luz grabó indeleble
un sencillo mensaje en mi bandera:
soy tu incondicional inconfundible.

Hechizo de estar viva


Hechizo de estar viva

Me gusta poner flores en jarrones
y cocinar en ollas familiares.
Un buen café y un cigarrillo matutinos.
La Biblia abierta en el cantar de los cantares.
Amo las cartas a punto de ser enviadas
y ansío las a punto de ser recibidas.
Suspiro olor a pasto recién cortado
en la tarde de un sábado.
Añoro los juguetes de madera,
y las muñecas de trapo de mi abuela.
Me aferro a historias
que humedecen mis ojos,
mientras sonrío.
Soy irreverente ante lo que es debido
y reverente ante el amor
(aún mal habido).
Respiro a medio día en las cocinas,
con cierto dejo de lujuria.
Camino bajo la lluvia
con nostalgia de otras lluvias.
Prefiero los planos horizontales,
que invitan a vivir,
como las mesas, las camas
o el suelo en que caminas,
por sobre los planos verticales
como las murallas, rejas o portones,
que encierran, detienen, determinan;
(debo reconocer también
un cierto agrado,
por algunos planos inclinados
que se yerguen con afán de proteger
como las cordilleras y tejados).
De todas las texturas, privilegio la piel;
de las temperaturas, la tibieza;
de las consistencias, la firmeza
(reconozco cierto desliz por la blandura,
especialmente en las caricias).
Adoro las sonrisas
los abrazos apretados,
las miradas fijas.
Extrañaré por siempre
los niños en mi cama
en las mañanas de domingo.
Y pese a mi adicción
por la melancolía,
soy una enamorada empedernida,
subyugada ante el hechizo de estar viva.

Esta es la buena nueva...



Hace ya un buen tiempo que no abría este espacio para mirar dentro de mi. Han pasado en este tienpo muchas cosas. Entre ellas, en estos días se ha retirado el invierno y ha llegado la primavera... la recibo con los brazos abiertos:




Primavera

Esta es la buena nueva:
florecieron los cerezos y manzanos
e imbatible volvió la primavera
y contrastan los altos campanarios
con la magnificente cordillera.
Vuelve la luz
y con ella los magnolios
lanzan sus pinceladas
contra el cielo
elevando banderas y cometas,
desafiando a los grises de otro tiempo.
Rompe la nevazón del frío invierno,
el sol con su calor y su consuelo
multiplican esteros y riachuelos
y el agua transparenta sentimientos.