No hay nada más hermoso que la memoria. En ella habita, fortalecido, lo mejor de nuestras vidas y duerme en un sopor lo más difícil. Para uno de estos rebrotes de memoria que asoman desde un bosque de olvidos, este pequeño regalo:
Sencillo reencuentro
No te preocupes.
No voy a proponerte que huyamos.
Ni siquiera que me mires de otro modo,
ni caminar por el parque de la mano.
Sólo quiero que tomemos un café,
que me cuentes de tu vida, de estos años.
Sólo quiero buscar allá en tus ojos,un destello del muchacho aquel que amé.
Sencillo reencuentro
No te preocupes.
No voy a proponerte que huyamos.
Ni siquiera que me mires de otro modo,
ni caminar por el parque de la mano.
Sólo quiero que tomemos un café,
que me cuentes de tu vida, de estos años.
Sólo quiero buscar allá en tus ojos,un destello del muchacho aquel que amé.