Hechizo de estar viva

Me gusta poner flores en jarrones
y cocinar en ollas familiares.
Un buen café y un cigarrillo matutinos.
La Biblia abierta en el cantar de los cantares.
Amo las cartas a punto de ser enviadas
y ansío las a punto de ser recibidas.
Suspiro olor a pasto recién cortado
en la tarde de un sábado.
Añoro los juguetes de madera,
y las muñecas de trapo de mi abuela.
Me aferro a historias
que humedecen mis ojos,
mientras sonrío.
Soy irreverente ante lo que es debido
y reverente ante el amor
(aún mal habido).
Respiro a medio día en las cocinas,
con cierto dejo de lujuria.
Camino bajo la lluvia
con nostalgia de otras lluvias.
Prefiero los planos horizontales,
que invitan a vivir,
como las mesas, las camas
o el suelo en que caminas,
por sobre los planos verticales
como las murallas, rejas o portones,
que encierran, detienen, determinan;
(debo reconocer también
un cierto agrado,
por algunos planos inclinados
que se yerguen con afán de proteger
como las cordilleras y tejados).
De todas las texturas, privilegio la piel;
de las temperaturas, la tibieza;
de las consistencias, la firmeza
(reconozco cierto desliz por la blandura,
especialmente en las caricias).
Adoro las sonrisas
los abrazos apretados,
las miradas fijas.
Extrañaré por siempre
los niños en mi cama
en las mañanas de domingo.
Y pese a mi adicción
por la melancolía,
soy una enamorada empedernida,
subyugada ante el hechizo de estar viva.

lunes, enero 07, 2008

Viajar



Una de las aventuras más hermosas que un ser humano puede emprender es un viaje. Los viajes son atesorados en nuestro recuerdo y permanecen para siempre como nuestros eternos compañeros.

Viajar

Viajar es abrir las ventanas de la mente
para que entre el raudal de un mundo nuevo;
sacar el alma de paseo en una tarde
y permitirle que se instale a su deseo.

Viajar es sorprenderse en cada tramo
de cada espacio que ocupa la pisada,
sentarse a ver el mundo en un camino,
ampliando el ángulo que cubre la mirada.

Viajar es aspirar al infinito,
reconocer en otras vidas nuestras vidas,
transformar en realidades nuestros sueños,
tener menos respuestas y más dudas.

Viajar es alejarse por un tiempo
para volver más joven y más viejo;
más sabio, más lleno de esperanzas,
un poco más seguro y más perplejo.

Viajar es recobrar en la distancia
la fuerza renovada del cariño,
reconocer en cada golpe de nostalgia
la presencia permanente del amigo.

Viajar es regresar a lo dejado
sintiéndolo más nuestro y más querido,
darle un nuevo valor a lo que amamos,
querer ser acogido como un niño.

Viajar es apropiarse para siempre
de imágenes, olores y sonidos
que ya no partirán y aún muy tarde,
se abrirán paso, en medio del olvido.

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