Hechizo de estar viva

Me gusta poner flores en jarrones
y cocinar en ollas familiares.
Un buen café y un cigarrillo matutinos.
La Biblia abierta en el cantar de los cantares.
Amo las cartas a punto de ser enviadas
y ansío las a punto de ser recibidas.
Suspiro olor a pasto recién cortado
en la tarde de un sábado.
Añoro los juguetes de madera,
y las muñecas de trapo de mi abuela.
Me aferro a historias
que humedecen mis ojos,
mientras sonrío.
Soy irreverente ante lo que es debido
y reverente ante el amor
(aún mal habido).
Respiro a medio día en las cocinas,
con cierto dejo de lujuria.
Camino bajo la lluvia
con nostalgia de otras lluvias.
Prefiero los planos horizontales,
que invitan a vivir,
como las mesas, las camas
o el suelo en que caminas,
por sobre los planos verticales
como las murallas, rejas o portones,
que encierran, detienen, determinan;
(debo reconocer también
un cierto agrado,
por algunos planos inclinados
que se yerguen con afán de proteger
como las cordilleras y tejados).
De todas las texturas, privilegio la piel;
de las temperaturas, la tibieza;
de las consistencias, la firmeza
(reconozco cierto desliz por la blandura,
especialmente en las caricias).
Adoro las sonrisas
los abrazos apretados,
las miradas fijas.
Extrañaré por siempre
los niños en mi cama
en las mañanas de domingo.
Y pese a mi adicción
por la melancolía,
soy una enamorada empedernida,
subyugada ante el hechizo de estar viva.

martes, junio 26, 2007

Bajo la primavera de un manzano

Hace unos días, en una conversación con un amigo cubano, le contaba que aún no había logrado superar la pena, que tenía una profunda tristeza. Él me respondió, la pena es humana Gina, y la tristeza también, si existe un motivo para ella. Naturalmente en el estado en que me encontraba no me detuve a charlar sobre lingüística, pero las palabras quedaron dando vueltas en mi mente. ¿No son sinónimos acaso? – me pregunté-, y la curiosidad me llevó a consultar el diccionario de la RAE. He aquí los hallazgos para mi significativos de la búsqueda:

pena. (Del lat. poena). Cuidado, aflicción o sentimiento interior grande.
tristeza. (Del lat. tristitĭa). f. Cualidad de triste.
triste. (Del lat. tristis). 1. adj. Afligido, apesadumbrado. 2. adj. De carácter o genio melancólico. 3. adj. Que denota pesadumbre o melancolía. Cara triste.
melancolía. (Del lat. melancholĭa, y este del gr. μελαγχολία, bilis negra). 1. f. Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales, que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada.
pesadumbre. 4. f. Molestia, desazón, padecimiento físico o moral.
desazón. 1. f. Malestar físico vago. 3. f. Disgusto, pesadumbre, inquietud interior.

De acuerdo a esto, parece ser que la pena, por profunda que esta sea, es un estado pasajero, reactivo a una situación determinada. La tristeza, en cambio, es un sentimiento vago y permanente, que queda muy bellamente descrito en la definición que da la RAE a la palabra melancolía: una desazón vaga, profunda, sosegada y permanente, que hace que no se encuentre gusto ni diversión en nada.

A esta tristeza, invitado invasivo y non grato en nuestras vidas, intentó espantar Don Pablo en una combativa y feroz oda que si bien el llamó “a la tristeza”, rigurosamente es “contra la tristeza”. Bajo la primavera de un manzano, hago mi promesa de combate y me uno a la consigna de guerra del poeta: ¡Vade retro tristeza! ¡Aléjate melancolía! ¡pesadumbre, go home!

Oda a la tristeza
Pablo Neruda
Tristeza, escarabajo
de siete patas rotas,
huevo de telaraña,
rata descalabrada,
esqueleto de perra:
Aquí no entras.
No pasas.
Ándate.
Vuelve
al sur con tu paraguas,
vuelve
al norte con tus dientes de culebra.
Aquí vive un poeta.
La tristeza no puede
entrar por estas puertas.
Por las ventanas
entra el aire del mundo,
las rojas rosas nuevas,
las banderas bordadas
del pueblo y sus victorias.
No puedes.
Aquí no entras.
Sacude tus alas de murciélago,
yo pisaré las plumas
que caen de tu mano,
yo barreré los trozos
de tu cadáver hacia
las cuatro puntas del viento,
yo te torceré el cuello,
te coseré los ojos,
cortaré tu mortaja
y enterraré, tristeza, tus huesos roedores
bajo la primavera de un manzano.

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