Hechizo de estar viva

Me gusta poner flores en jarrones
y cocinar en ollas familiares.
Un buen café y un cigarrillo matutinos.
La Biblia abierta en el cantar de los cantares.
Amo las cartas a punto de ser enviadas
y ansío las a punto de ser recibidas.
Suspiro olor a pasto recién cortado
en la tarde de un sábado.
Añoro los juguetes de madera,
y las muñecas de trapo de mi abuela.
Me aferro a historias
que humedecen mis ojos,
mientras sonrío.
Soy irreverente ante lo que es debido
y reverente ante el amor
(aún mal habido).
Respiro a medio día en las cocinas,
con cierto dejo de lujuria.
Camino bajo la lluvia
con nostalgia de otras lluvias.
Prefiero los planos horizontales,
que invitan a vivir,
como las mesas, las camas
o el suelo en que caminas,
por sobre los planos verticales
como las murallas, rejas o portones,
que encierran, detienen, determinan;
(debo reconocer también
un cierto agrado,
por algunos planos inclinados
que se yerguen con afán de proteger
como las cordilleras y tejados).
De todas las texturas, privilegio la piel;
de las temperaturas, la tibieza;
de las consistencias, la firmeza
(reconozco cierto desliz por la blandura,
especialmente en las caricias).
Adoro las sonrisas
los abrazos apretados,
las miradas fijas.
Extrañaré por siempre
los niños en mi cama
en las mañanas de domingo.
Y pese a mi adicción
por la melancolía,
soy una enamorada empedernida,
subyugada ante el hechizo de estar viva.

martes, abril 19, 2011

Reedición de otoño


De vez en cuando se hace necesario
reeditar el alma.
Sacarla a pasear bajo la lluvia,
permitirle meter los pies al agua.
Dejarla extraviarse tras la hoja de otoño
que aspira a mariposa extemporánea.
Regalarle un algodón de azúcar
y treparla al carrusel de alguna plaza.
Darle permiso para irse de farra
y volver embriagada.
Invitarla a mirar la luna llena
de una noche de abril muy despejada.
Ir soltando sus trenzas en la brisa
para que se despeine libertaria.
Recordarle la letra de algún canto
que hace años no cantaba.
Llevarla por la calle de la mano
en sentido contrario a la manada.
Contarle un par de cosas al oído
que la dejen sorprendida y sonrojada.
Exaltarla con algún viejo poema
sobre revoluciones olvidadas.
Convidarla a un concierto a medio día
en la pérgola de alguna banda.
Relatarle una historia divertida
que la haga reír a carcajadas.
Y sentada en la mesa de un café
entregarle unas flores delicadas
mirándola a los ojos, frente a frente
y oyéndola con calma.
De vez en cuando, se hace necesario
reeditar el alma.


Laura

7 comentarios:

Del Alma y Otras Hierbas dijo...

Gracias por tus palabras y gracias por compartir con nosotros. ¡Nos alegra haberte regalado un sentimiento!

Anónimo dijo...

Felicitaciones a la creadora de esta página

jorge rodrigo dijo...

Un oasis antes ante tanta mala notici...gracias por las palabras y los poemas que alimentan el alma.

Del alma y otras hierbas... dijo...

¡Muchísimas gracias, Jorge!
Es una alegría poder regalar un momento grato... y una alegría recibir tus palabras.

Fabiola dijo...

Bellísima la pintura Laura. Es lindo pensar que podemos darnos momentos de quietud a través de ustedes. ( Nuestros poetas )

josefina_garcia11 dijo...

QUE HERMOSA METAFORA "REEDITAR EL ALMA". ADMIRO TU SENSIBILIDAD PARA EXPRESARTE.

Del alma y otras hierbas... dijo...

¡Un abrazo desde la distancia, Jose! Gracias por asomarte a este rincón de letras... eso nos mantiene cerca...